Érase una vez una crisis

Érase una vez, hace poco más de una década, un país que iba bien. Un país que iba muy bien. Tan bien iba todo en ese país que cualquiera, independientemente de su trabajo, sus rentas y sus ahorros, podía comprarse una vivienda y, además, amueblarla a la última y cambiar de coche.

En ese país de ensueño, a nadie le faltaba de nada: bastaba con elegir una casa, ir a ver a unos señores muy amables y firmar unos papeles, y todo cambiaba para bien: nueva vivienda, dinero en el bolsillo y a gozar de la vida. Así de fácil. A nadie le faltaba el trabajo y todo el mundo vivía feliz. A estos señores tan amables que convertían firmas en sueños les iba todavía mejor y por eso podían comprarse casas todavía más grandes y tener más dinero en el bolsillo. (más…)

Hormigas de verano

Hace no demasiado, en una de esas cenas de final de verano entre amigos que propician conversaciones lo suficientemente variadas como para no tener que tratar temas demasiados personales, alguien destacó que ya habían empezado las habituales invasiones de hormigas previas al otoño. Ligando el tema, nuestra anfitriona compartió con el resto de asistentes su creciente interés por los documentales sobre hormigas. Ella, persona de letras, disfrutaba viendo el orden y concierto de las colonias de hormigas, con sus rígidas estructuras sociales, fijadas por un instinto tan complejo que parece mentira que venga encapsulado en tan pequeño formato. (más…)

Esclavos de nuestras palabras

Un politicastro local, más valorado por sus ausencias que por su presencia, parafraseaba a Aristóteles diciendo que “en política, el hombre es esclavo de sus palabras y dueño de sus silencios”. Recuerdo estos días especialmente la frase, atendiendo al desenlace del caso de Guillermo Zapata, que ha dimitido como edil de cultura del Ayuntamiento de Madrid – aunque no haya renunciado a su acta como concejal – tras salir a la luz unos desafortunados comentarios realizados por él en Twitter hace cuatro años. (más…)

La peor mordaza

Nunca en la historia ha estado la humanidad mejor conectada y comunicada que ahora. Desde la palma de nuestra mano tenemos literalmente acceso a buena parte del conocimiento acumulado de nuestra especie, forjado durante milenios. A la vez, podemos conectar y contactar con casi cualquier persona, o dar a conocer nuestras ideas, nuestras creaciones, el fruto de nuestra mente, a una audiencia potencial de miles de millones de nuestros conciudadanos, a coste cero. Nunca había sido tan fácil comunicarse y, paradójicamente, la existencia de tanta información, la facilidad de acceso a la misma y la presencia de tantos emisores, hace que resulte mucho más difícil acceder al auténtico conocimiento, a la verdad. (más…)