Ουδείς προφήτης στον τόπο του
Háblame, Musa, de aquel varón de multiforme ingenio que, después de destruir la sacra ciudad de Troya, anduvo peregrinando larguísimo tiempo, vio las poblaciones y conoció las costumbres de muchos hombres y padeció en su ánimo gran número de trabajos en su navegación por el Ponto, en cuanto procuraba salvar su vida. ¡Oh diosa, hija de Zeus! Cuéntanos aunque no sea más que una parte de tales cosas.
Aunque, por más que le preguntase Homero, jamás se lo confirmara la Musa, no es descartable que Ulises, en su largo periplo de regreso a casa, recalase con su negra nave en la isla de Menorca. Al final, los vientos eran y son caprichosos, y si la ruta desde Troya hasta Ítaca le pudo llevar hasta las costas de Sicilia, Cerdeña, Djerba (Túnez) o el Gozo (Malta), bien podrían haberle arrastrado hasta las nuestras. La ninfa Calipso supo retener al ingenioso marinero durante siete años en Ogigia, por lo que tampoco resultaría sorprendente que recalase después en Menorca a tomarse un descanso: quizás fueran menorquines los cantos de sirena… Los diez largos años de su viaje de retorno dieron para mucho, así que una breve visita menorquina no debería descartarse como posibilidad.
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