La isla de los monipodios

Para A., por prestarme unos zapatos que he tardado diez años en calzarme.

Hace mucho, mucho tiempo, aunque tampoco tanto como para no recordarlo, en una pequeña isla de nombre desconocido en medio de un inmenso mar, vivía un pueblo honesto, sencillo y trabajador. Estar en el margen de la geografía les había dejado, también, al margen de la historia, más allá de algunos acontecimientos remotos que habían salpicado, siglos atrás, sus costas. De espaldas al mundo y a sus problemas, la isla era cuna de unas gentes humildes que cultivaban la tierra, criaban ganado, pescaban y se dedicaban a oficios tradicionales, como hicieron sus padres y, antes que ellos, sus abuelos, desde el principio mismo de los tiempos.

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De afectos y efectos

Laurence J. Peter

Hoy quiero hablarles de un concepto básico para entender el mundo en el que vivimos y, en la medida de lo posible, sobrevivir a nuestros prójimos y a nosotros mismos: el efecto Dunning-Kruger. Pese a lo sonoro de su nombre, lo que describieron los psicólogos David Allan Dunning y Justin S. Kruger en 1999 es un curioso sesgo cognitivo que sufrimos todos y que tiene que ver con cómo valoramos nuestras propias capacidades. Lo que descubrieron estos investigadores en 1999 es que las personas con competencias limitadas en cierta materia tienden a sobrevalorar sus propias capacidades, mientras que las personas con competencias muy desarrolladas, por el contrario, tienden a infravalorarlas. Aunque el efecto fue probado inicialmente en competencias concretas, como el razonamiento lógico, la gramática y habilidades sociales, se ha demostrado que está presente en otros muchos ámbitos de conocimiento, como en los negocios, la política, la medicina, la conducción, la memoria espacial o incluso las capacidades de lectura.

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Érase una vez una crisis

Érase una vez, hace poco más de una década, un país que iba bien. Un país que iba muy bien. Tan bien iba todo en ese país que cualquiera, independientemente de su trabajo, sus rentas y sus ahorros, podía comprarse una vivienda y, además, amueblarla a la última y cambiar de coche.

En ese país de ensueño, a nadie le faltaba de nada: bastaba con elegir una casa, ir a ver a unos señores muy amables y firmar unos papeles, y todo cambiaba para bien: nueva vivienda, dinero en el bolsillo y a gozar de la vida. Así de fácil. A nadie le faltaba el trabajo y todo el mundo vivía feliz. A estos señores tan amables que convertían firmas en sueños les iba todavía mejor y por eso podían comprarse casas todavía más grandes y tener más dinero en el bolsillo. (más…)

Coto a la piratería

De acuerdo con el Observatorio de la Piratería, se estima que durante 2014 la piratería ocasionó unas pérdidas de 1.700 millones de euros a las industrias culturales, o, lo que es lo mismo: dejaron de ganar un importe equivalente a la mitad de sus ingresos reales. Independientemente de que se pueda considerar adecuada o no la metodología empleada para determinar este importe, y que quizás sea un poco aventurado incluir el fútbol como una “industria cultural”, lo que resulta claro es que el problema tiene una magnitud considerable. (más…)

Híper-usureros recalcitrantes

La usura es el interés que se cobra (o se paga) por un préstamo. Y no lo digo yo, lo dice el diccionario de la Real Academia, que también nos da otra acepción que, curiosamente, es la que tiene un uso más habitual: “interés excesivo en un préstamo”. Usurero es, por tanto, quien cobra dicho interés excesivo. (más…)

Emprender en perspectiva

Innovación, emprendedores, startups, tecnología, economía del conocimiento, cambio de modelo productivo… Estas inocentes palabras articulan ahora mismo la mayoría de los discursos políticos en el ámbito económico de casi todas las formaciones y partidos, y a fuerza de abusar de estos términos, han acabado perdiendo todo su valor. (más…)

No es la corrupción

El problema no es la corrupción. La corrupción siempre ha estado ahí, desde que tenemos crónicas políticas escritas, y sucederá siempre que unos pocos tengan poder sobre otros muchos, con o sin legitimación democrática. No estoy tratando de minimizar su importancia, pero lo cierto es que no es el problema real o, mejor dicho, no es el problema principal. La corrupción, en sus infinitas variantes y sabores (cohecho, malversación, falsedad, prevaricación) supone un delito y, además, resulta muy poco ética y aún menos estética para los partidos en estos tiempos tan difíciles para la ciudadanía. El problema es otro: la mala gestión. Evidentemente, no hay estadísticas fiables ni viables sobre la corrupción – salvo lo que efectivamente se descubre y condena, quizás la punta del proverbial iceberg – y menos todavía sobre la mala gestión, cuando, además, en muchas ocasiones ambas casuísticas coinciden en el tiempo y en las personas. (más…)