Querido lector: el hecho de estar leyendo este artículo te sitúa en una posición de clara ventaja intelectual respecto al común de los ciudadanos. De acuerdo con el último barómetro de hábitos de lectura publicado, correspondiente a 2023, solo el 26,7% de la población mayor de 14 años ha leído al menos una revista al trimestre. No parece demasiado ambicioso lo de leer una revista cada tres meses, pero ya ves, lo has conseguido.
Lo cierto es que los datos sobre lectura en nuestro país no hacen sino mejorar año tras año: un 68,3% de la población indica haber leído al menos un libro por trimestre, mientras que el porcentaje de lectores de periódicos en papel supera incluso esta cifra y se sitúa en el 71,2%. Sí, de acuerdo, leer un periódico cada tres meses es poco, pero por algún lugar hay que empezar.
Estando expuestos como estamos a mensajes de forma continuada, la verdad es que la humanidad nunca había leído tanto. Llevamos en el bolsillo en todo momento un libro, una revista, un periódico, la enciclopedia completa, un foro, las redes sociales… La digitalización de la palabra es un hecho, ya que la convierte en algo permanentemente disponible, intangible, y es lo que permite dar una cifra optimista: el 95,5% de la población lee alguna vez por trimestre. Algo es algo.
Los datos caen sensiblemente cuando se refieren a lectores frecuentes de libros en su tiempo libre, es decir, los que leen libros semanalmente o a diario y no por obligación de estudios o laboral: un 52%. Me devuelve algo de confianza en que, como sociedad, algo estaremos haciendo bien, aunque es verdad que, por contra, hay una gran disparidad territorial y una cifra que resulta preocupante: el 35,9% dice no leer libros nunca o casi nunca. Los motivos que alegan para no leer son variopintos, pero el más repetido es que no tienen tiempo para hacerlo.
El nivel educativo también influye de forma significativa, lo que está también correlacionado, por tanto, con el nivel socioeconómico: leen libros en su tiempo libre un 39% de las personas que tienen estudios primarios, frente a un 85,6% de los que cuentan con estudios universitarios.
Pero ya está bien de estadísticas. ¿Es leer tan conveniente como nos indican? ¿Hay diferencias de grado entre los beneficios de leer libros y leer otras cosas? Pues parece que sí: la lectura es uno de los mejores ejercicios que se conocen para entrenar y conservar las facultades mentales. Implica un ejercicio de percepción, memorización y razonamiento, que activa amplias zonas del cerebro, incluyendo incluso la corteza prefrontal y la memoria de trabajo, cuya activación regular, a decir de los científicos que han estudiado el tema, puede mejorar en cierta medida nuestra inteligencia.
Sí, sí, has leído bien: leer te vuelve listo. Nos lo explicaban más o menos así en el colegio, pero la ciencia lo da hoy por bueno. E incluso va más allá: los libros, además de ser un formidable gimnasio para la mente, aumentan nuestra empatía al hacernos vivir o revivir situaciones, seguir a personajes, convertirnos aunque sea brevemente en otras personas y experimentar la vida como ellos, personajes ficticios o reales. Por lo tanto, no solo nos hace más listos, sino que, además, nos hace más humanos, convirtiéndose en la mejor vacuna contra la intolerancia.
Hay un antiguo proverbio árabe que resume todo esto de una forma magistral: «libros, caminos y días dan al hombre sabiduría». Y, como lector voraz, además de conocimientos, tengo que añadir que los libros nos acompañan y entretienen. La lectura solo me ha robado irremediablemente una cosa: el aburrimiento. Desde que, como niño, empecé a leer de forma habitual, con un libro siempre cerca, no he vuelto a conocer ese sentimiento tan gris.
Si no eres un lector habitual de libros, puede que tengas la tentación de decirme que tampoco es para tanto, que los lectores siempre estamos sobrevalorando la importancia de la lectura y que, al fin y al cabo, en cada lector no hay más que un introvertido refugiándose del mundo exterior o un soñador huyendo de la realidad. Que estoy haciendo proselitismo.
Quizás sea así, pero te voy a dar dos argumentos sobre beneficios tangibles de la lectura que son innegables. Primero, uno en positivo: el famoso informe Pisa —rebautizado en Menorca como «informe trepitja» por parte de gente que no es especialmente lectora— demuestra que, una vez descontado el efecto socioeconómico, los niños que leen libros de 100 o más páginas tienen un nivel académico que supone ir un año por delante de sus compañeros que no leen libros de esta extensión. Nada mal. Esta correlación podría tratar de interpretarse en el sentido contrario, y decir que los niños muy adelantados respecto a sus compañeros, además, leen libros. Pero la ciencia que comentábamos antes da indicios de causalidad en el sentido contrario: las habilidades que desarrolla la lectura de libros largos, más complejos, amplían las capacidades cognitivas de los niños. Entrenan y afinan competencias intelectuales. Nada mal, ¿verdad?
Y en segundo lugar, un argumento en negativo, mucho más sombrío: en Estados Unidos se ha estudiado la relación entre habilidades de lectura y crimen. De acuerdo con estos datos, un 70% de los presos de ese país tienen unas competencias lectoras que no superan las que corresponderían a niños de 9 años. Pero las malas noticias van más allá, y es que funciona también en sentido contrario: dos terceras partes de los alumnos de 9 años que no consigan el nivel de comprensión lectora exigible a su edad, acabarán encarcelados o en manos de los servicios sociales. De hecho, las autoridades estadounidenses proyectan la necesidad de construcción de prisiones en base a una serie de variables estadísticas, entre las que se encuentra, precisamente, la de niños de 9 años que no leen bien. La primera vez que vi esta información, me impactó muchísimo. Hoy, compartiendo contigo esta idea, sigue impactándome igual, o incluso más. La lectura, como ves, quizás es más importante de lo que habías pensado, ¿verdad? Hazte un favor y lee. Asegúrate de normalizar la lectura y de que también te vean leyendo. Y si, además, compras los libros en una librería local, de proximidad, mucho mejor. Feliz lectura, querido lector: merece la pena.