
Ya es oficial: el verano ha llegado y lo ha hecho con toda su fuerza. Vamos saltando de ola de calor en ola de calor, como un interminable juego de la oca en el que lo extraordinario es tener un día con las máximas por debajo de treinta grados centígrados. A la sensación física de calor, a la que contribuyen, además de los grados, la humedad, hay que añadir estos días la sensación algo más espiritual de bochorno. El resultado de la combinación de ambos es un perpetuo sofoco que no nos da tregua y que, además, tampoco ayuda a disfrutar de esta época estival con el mejor de los humores posibles. La buena noticia es que el hecho de que el termómetro no se mueva de los treinta grados es una clara evidencia de que no hay cambio climático, un puro invento de los científicos para asustarnos y obligarnos a dejar los envases en el contenedor amarillo.
(más…)